Tú estás conmigo
De verdad,
de verdad, Señor,
tú estás conmigo.
Tus enseñanzas
tus amonestaciones
me consuelan.
En presencia de mis adversarios,
en presencia de mis amigos,
en presencia de mis amores,
bondad y misericordia con certeza me seguirán
todos los días de mi vida.
Es por eso,
y por mucho más
que habito en la casa del Señor.
Ahora
y por toda la eternidad.